Se sitúa a la falda de la sierra; entre la de Tormantos y Jaranda o Peña Negra, y en una ladera a 300 pasos de la garganta Horcajo. El término municipal linda, entre otros municipios, con Garganta la Olla, Cuacos de Yuste, El Guijo de Santa Bárbara y Jarandilla de la Vera. Fundada en la Edad Media como aldea de Plasencia, en 1802 se le concedió el título de villa. Está atravesada de suroeste a noreste por la carretera autonómica EX-203, que une Plasencia con la provincia de Ávila pasando por la mayoría de los municipios de la mancomunidad de La Vera.
En su casco urbano, además de curiosas muestras de arquitectura popular como la “fuente de los Ocho Caños” (lugar obligatorio de visita) o la “Plaza de Toros”, rectangular, podemos destacar la Casa del Obispo Godoy –teólogo del S. XVI- construida en cantería, y la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol, también del S. XVI, declarada Monumento de Interés Cultural, con un importante Museo Parroquial, en el que se exhibe la espléndida Cruz Procesional de plata (única en la Comarca) y la Cruz de Marfil.
Fiestas
Patrimonio
Esta localidad tiene sobrada fama por su producción pimentonera y tabaquera, el desarrollo artesanal alcanzado en la elaboración de dulces.
También encontramos cultivo hortalizas especialidades de horticulturas y productos de vivero.
Convento de Santa Catalina
A unos 2 km de la población están las ruinas del Monasterio de Santa Catalina de Siena, de la Orden de Predicadores o de Los Dominicos. Durante varios siglos fue un gran centro de cultura y espiritualidad, teniendo origen en una pequeña ermita dedicada a Santa Catalina de Siena. En 1445, diez caballeros con un sacerdote se retiraron a hacer vida de oración y penitencia, hasta que luego, tomando fama, vinieron los frailes de Santo Domingo. Las ruinas tanto de la iglesia como del convento son de la mejor piedra labrada. Se ignora qué ha sido de sus muchas riquezas artísticas que fueron expoliadas después de la desamortización. Cuentas las crónicas que en este monasterio estuvo, camino de Yuste a la muerte del Emperador, el Cardenal Bartolomé de Carranza allá por el año 1558. Todavía se puede apreciar el claustro y la fachada principal.