La mayor parte del término municipal de Villanueva de la Vera se localiza en la zona montañosa de la sierra de Gredos, por lo que el relieve es abrupto y de fuertes pendientes. Está rodeada por bosques de castañares, robledales y alcornocales principalmente, si bien éstos se mezclan con otras especies que componen el matorral, como brezos, madroñeras, tojo y aulaga.
Limita al Oeste con Valverde de la Vera, al Este con Madrigal de la Vera, al Sur con Tiétar y con las pedanías de Talayuela conocidas como Pueblonuevo de Miramontes y Barquilla de Pinares. Al Sureste, limita con Oropesa, perteneciente a la provincia de Toledo, y al Norte, dentro de la provincia de Ávila, limita con Navalonguilla y Bohoyo. Se localiza junto a la C-501 entre Madrigal de la Vera (10 Km) y Valverde de la Vera (3 Km).
Sin duda la matanza, aunque no con el auge de tiempos pasados, continúa siendo un hito en la gastronomía de Villanueva, chorizos, lomos, morcilla de calabaza, borucos, ántima (panceta seca), tasajos… todos ellos secados y conservados de forma natural con «Pimentón de la Vera», denominación de origen que constata y certifica su excelente calidad. No podemos dejar de mencionar los ricos quesos de cabra ya sean frescos, en aceite, en pimentón… Y para terminar con sabor dulce este exquisito recorrido gastronómico los ricos dulces artesanos como perrunillas, floretas, roscas, mantecados, biscochos pegados, benancios.
Patrimonio
Fiestas
Agricultura ecológica, silvicultura, pesca y ganadería, son las actividades productivas principales en la localidad.
El Peropalo
Declarado Fiesta de Interés Turístico Regional. En Villanueva, el hilo conductor de los elementos paganos del Carnaval ha sido y es El Peropalo, en cuyo ajusticiamiento y muerte ritual participa todo el pueblo. Cada año el Carnaval, revive al Peropalo, pelele de tamaño natural, protagonista del festejo en el que participa toda la población sin distinción de sexo ni edad.
El origen y la antigüedad del Peropalo se desconoce, probablemente, la hipótesis más certera es que se trate de una de las mejores muestras que se conserva de los muchos rituales agrarios de fertilidad celebrados durante el invierno en buena parte de la Europa prerromana, en los que se intentaba por medio de diferentes ritos, invocar la regeneración de las fuerzas de la naturaleza aletargadas con los fríos invernales.